La inflación está disparada no solo en Colombia sino en el mundo. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo OIT, la inflación global de marzo estuvo en 9.20 %, doblándose en lo que va corrido del año. Bajo este contexto la inflación anualizada de 9.23 % de abril del país, va en línea con lo que está ocurriendo globalmente. No fueron sabias las voces empresariales que intentaron frenar los recientes incrementos de tasa del Banco República. Al contrario, a la luz de hoy, se pudo haber empezado antes. Aunque para que sea un brote global de inflación, parte de la solución es extranjera. Puede que el Banco no tenga las herramientas para solucionar todo, es como un odontólogo curando dolor de oído. Puede que ayude en algo, pero no soluciona el problema.
Una explicación sencilla de la inflación actual es que el estímulo de la pandemia global sobre estimuló la demanda y se juntó con un choque de alimentos y energía por la guerra de Ucrania. El impulso de gasto público y laxitud monetaria utilizado durante la pandemia era necesario. Aunque lo de EE. UU. fue masivo, el estímulo de Colombia dejó su demanda un poco más robusta que su estado pre-Covid. Nadie sabe cuánto durará la guerra, pero se espera un alivio en productos agrícolas de corto rendimiento para el tercer trimestre o. En materia de petróleo, la señal de precios llevará a un incremento de producción marginal. Todos estos fenómenos los hemos visto antes.
A lo que no estamos acostumbrados es a que cierres en Shanghái o Hong Kong por brotes de Covid frenen toda la cadena logística global. No se le puede vender a China, ni ellos le pueden vender al mundo. Según cifras de Silk Road Associates la participación China en bienes de consumo es del 42 % a nivel global, pero en varios sectores superan más del 70 %. Tras varios meses de cero Covid, eventualmente, Omicron ganó. China hasta ahora empieza a sentir los retos de la pandemia que occidente superó hace meses. Las tensiones comerciales con EE. UU. ya habían comenzado a deshacer los vínculos comerciales, pero la inconsistencia del suministro podría acelerar el proceso de desglobalización.
La inflación ocurre cuando la oferta supera la demanda, pero qué hacemos si no hay disponibilidad de carros por ocho meses ni de computadores por catorce. Rehacer las cadenas globales de producción toma tiempo y puede que el resultado signifique productos más costosos. Este es un tipo de inflación de oferta para la cual los instrumentos de intervención del Banco República no son óptimos. Adicionalmente, las señales de precios que debieron estimular la expansión de la oferta local, no se han materializado por la incertidumbre electoral. Los empresarios locales ni están expandiendo fábricas, ni tomando crédito agrícola, y muchos menos explorando campos de petróleo. Frente a este panorama, la inflación será más duradera de lo que estamos acostumbrados.
La inflación la analizamos con datos generales, pero remover la volatilidad del análisis muchas veces excluye alimentos y energía. Para no causar más dolor del necesario sería útil entender cómo las cuarentenas globales causaron un trauma en el suministro nacional. Un choque de oferta tan fuerte con desinversión crónica, puede tener varias aristas no evidentes a primera vista. Después de la enfermedad por Covid, nos llega la inflación por la enfermedad.